martes, 16 de agosto de 2011

LA ANTíTESIS ENTRE LA CRUZ Y EL “YO” RELIGIOSO


-Primera parte-

Tomar la cruz, tal como lo señalara el Maestro, no es una simpleza ni es “morir por morir”, y nada mas, sino que conlleva una profundidad pasmosa e infinitamente importante  dentro del plan de redención de Dios hacia el hombre. Porque es precisamente esa cruz la que le genera “espacios” al Señor para llevar a cabo sus propósitos eternos. Nos dice en Hebreos 13:21 lo siguiente:
 “…os haga APTOS (Dios) en toda obra buena para que hagáis SU VOLUNTAD, HACIENDO EL EN VOSOTROS lo que es agradable DELANTE DE EL por Jesucristo;…”
Es haciendo El…lo que es agradable delante de El.
La religión basa sus principios completamente en forma opuesta: hace lo que le parece e ella que esta bien, creyendo, así, estar “asociada” a Dios …y brindándole “sus beneficios.
De ahí el gran antagonismo de siempre, la guerra entre “la carne y el Espíritu,” porque, así como la cruz le genera espacio a Dios, el “yo” religioso le desplaza. La cruz conlleva supeditación constante donde es dable darse, por consecuencia, el hacer la “voluntad directiva de Dios, y, por el contrario, el “yo religioso”, ha de moverse en la “permisiva”, dos cosas muy distintas entre si y de gran dificultad de interpretación en aquellos que son proclives a la desobediencia, siendo esta ultima de mucho riesgo y con final incierto.
La cruz anula planes y estrategias meramente carnales, es decir, del hombre mismo, mientras el “yo religioso” gusta en trazarse sus propias directivas, so pretexto de que …”son de, y para Dios”.
Ejecuta sus propios planes, creyendo, en su fuero interno, estar actuando correctamente. Es muy celoso de lo que hace, y mas aun, cuando las cosas le salen bien…
“Hay caminos que al hombre le parecen derechos…” -Proverbios 14:12-
La cruz permite la expresión de la verdadera humildad, la que caracterizaba a Cristo, y hacia la cual somos invitados -Fil. 2:5 al 8-.
El “yo religioso” a veces intenta manifestarla, pero cae en evidencia…
Es autoritario y se mueve imponiendo una especie de “temor religioso” hacia quienes no comulguen con sus ideas, apremiando sicológicamente para así mantener su liderazgo, elogiando sus ideas, exaltando sus planes, magnificándolos, ponderándolos sobremanera, y haciéndolos pasar como provenientes del cielo mismo.
Se adora a si mismo…Anhela se gire en torno a el, y suele dolerse de que… la gente se “vaya tras Jesús” -Juan 12:19-.
Un “muerto en Cristo”, por lo contrario, se goza en menguar y que las personas corran tras el Señor, hasta ser “atrapadas,” literalmente, por Cristo mismo. El dijo: “y yo, si FUERE LEVANTADO DE LA TIERRA, A TODOS ATRAERE A MI MISMO” -Juan 12:32
Un “muerto en Cristo,” al igual que su Maestro, será un “liberador, rompedor de cadenas humanas, trabas religiosas, conceptos de lo que la mayoría cree es el evangelio; identificado plenamente con Cristo, dependerá y derivara todo hacia El.
Rompe con los moldes y los yugos de la religión y forja los del amor, en el cual “no hay temor,” do Jesús es el centro.
No “ata” a nadie en pos de el, “no busca lo suyo” (1 Cor.13); siempre señala hacia Cristo -Juan 1:36-
y no hacia si mismo o hacia su propio “ministerio”, como si este fuera el centro, el eje, sobre el cual giran todas las cosas…
Como el “yo religioso” hará resaltar “su trabajo”, menospreciara el de otros. Saca dividendos de la competencia, por esto exaltara sus logros como parte del merito de haberlo llevado a cabo. Evitara el riesgo de exponer mucho a Cristo, porque este no es popular al gusto refinado de la época en que vive, ni desea correr riesgos de que la gente se vaya en pos de El. ¿Que hacer…de quedar solo?
Cristo es, por excelencia, el gran liberador, y si las personas le descubren serán emancipadas de toda esclavitud. Dejaran de servir como simples “prosélitos” y podrían llegar a ser “discípulos”, adoradores del Padre en “espíritu y verdad”, que es, precisamente, el objetivo Divino…-Juan 4:23,24-
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-Parte 2-

El apóstol Pablo luchaba incansablemente para “que Cristo sea formado en sus receptores”, y, por el contrario, el “yo religioso” bregara para que “sus ideas” se plasmen en sus oyentes, aquello que el considera es el plan de Dios, y no es otra cosa mas que sus propios desvaríos doctrinales. Al no estar plenamente centrado en un Cristo vivo, es imposible transmita vida, sino sus propias concepciones de lo que el considera “es el evangelio”.
Hay una marcada diferencia entre ser un simple seguidor de “las ideas” de Jesús, a ser su “discípulo.
El seguidor de ideas vuela sin autonomía propia y solo lleva a cabo las expresiones externas que le vienen llegando de otros. El discípulo vive en alerta constante, escuchando la voz del Espíritu y, bajo su guía, el Padre ejecuta su voluntad a diario. No esta “preso” de los sistemas que le pretende imponer el hombre, pero si es un “esclavo de Cristo”
El “yo religioso” es autodidacta. No disfruta ni comparte verdadera comunión “en el Espíritu” con otros creyentes, creyendo su “grupo” es el mejor y todos sus esfuerzos apuntan a manifestarlo. Marca pautas de obediencia a su liderazgo y quienes no comulguen con sus ideas se transforman en sus enemigos, no admitiendo que alguien pueda superarlo. No forma “cuerpo”, solo “estructuras humanas”, andamiaje “piramidal” y con estandarte cristiano como mera expresión de esta comunidad. Cristo no esta ni reina en estos lugares. -Apoc. 3:20-
Jesús es La Palabra por excelencia y en estos espacios no hay libertad de expresión de la misma, todo esta condicionado por el hombre, so pretexto de esta manera “guardar las formas”…
El “yo religioso” lleva la voz cantante y no admite ser cuestionado ni llevado al análisis corporativo, como se nos dicta en 1 Cor. 14:29, siendo, entonces, sus ideas las que prevalecen por encima de toda opinión, tal como si Dios hablara solamente por labios de el, transformando el ideal divino de iglesia en un “cuerpo” con múltiples cabezas y un “Señor” muy distante que pareciera no irrumpir en la vida cotidiana y particular de cada creyente en forma explicita, dando, dia tras dia, una palabra “viva y eficaz…” -Heb. 4:12-
Si Cristo mismo le confrontara por boca de alguno de sus hijos, de cierto le resistiría, pensando, en su fuero interior, esto proviene del “enemigo.
El “yo religioso” resiste a la cruz no doblando su cerviz ante la invitación del Maestro, evitando así la escuela de la disciplina “de la cual todos han sido participantes” (Hebreos 12) y el camino del quebranto.
Puede vivir bien y nada le entorpece, y, si hace cosas con ostentación y opulencia, cree solo estar manifestando la manera en como Dios le bendice. No posee un parámetro interno y refinado que le haga ver las cosas como de verdad son y lo escandaloso de sus actitudes.
Se mueve en una especie de “libertad de manejo” que da las pautas de que no es “controlado” por nadie, ni aun por Dios mismo. Lo que transmite lo evidencia. Es efusivo y arremete con toda suerte de proyectos que se le presenten por delante, teniendo a varios “obsecuentes” que le secundaran en sus propósitos. No hay ninguna especie de “freno espiritual” en sus proceder…
Predica un evangelio “Light” y, como grano de trigo sin el debido proceso de “muerte” en tierra -Cruz-, no puede hablar de vida de resurrección en Cristo, (Juan 12:24,25) y solo se codea con otros “granitos” que sufren la misma condición y así permanecen “juntos” en la preciosa bolsa que los contiene llamada “religión…”
Fueron hechos granos por la regeneración pero ahora especulan en las palabras del Señor: ¿“Morir”…?
Y se cuestiona:
 -Ahora que he sido liberado del grosero pecado y que puedo disfrutar la vida…¿morir?-
Una mano en el arado…la otra sobre el yugo del mundo…
Un ojo en Cristo…el otro sobre si mismo…
Acaso -piensa, supone- ¿no era la cruz solo el puente que me comunicaba con la vida…y que me ponía en “buena relación” con Dios?
El “yo” se debate frente a la encrucijada, esta colocado entre la espada y la pared. Titubea…y al fin exclama alguna de estas dos aseveraciones:
“Dura palabra es esta…¿Quién la puede oír?” -Juan 6:60-
O bien…”Señor, ¿a quien iremos…?
¡¡¡Tu tienes palabras de vida eterna!!!” -Juan 6:68-
(Señor…¿mas decepciones?...¡No!...estoy harto de ellas…
prefiero morir contigo que vivir mil días sin Ti!!!
Señor…, ¡contigo¡…¡hasta la muerte!)
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-Parte 3-


El “yo” religioso es hiperactivo y, por lo tanto, aborrece permanecer largos periodos en “santa quietud” ante la presencia de Dios. Basa sus iniciativas en algunos conceptos bíblicos y no puede estarse “quieto” porque no ha “muerto” en Cristo. Es completamente impaciente y, aunque trata de disimularlo, cuando algo se le ocurre y su imaginación arranca, corre a ejecutarlo. No espera ni consulta, quizás por temor a ser cuestionado, refrenado o reprendido…
Se apoya, entonces, en sus propios dichos y “declaraciones” que le son propias. Marcha en pos de las ideas que su corazón le ha determinado, pues todo lo cree proveniente de Dios. No hay un autoanalisis profundo, (Lam. 2:14; Jer.23:21) en su fuero interno, pues carece de verdadero temor de Dios.
Sus oraciones mas que todo son ordenes que expresan sus anhelos de un cierto triunfalismo terrenal; no construye sobre valores eternos. Solo desea que lo que ha determinado, se cumpla. Al fin y al cabo, considera, todo lo hace con esfuerzo y para la “gloria de Dios”. Por eso no lo ve mal y, absorto en sus proyectos, corre y vuela hacia ellos. En su imaginación cree, quizás con mucha sinceridad, estar conectado con el cielo mismo y que todo el ejercito celestial aplaude sus resoluciones. Se aferra a promesas que el ha interpretado le son propias (sin el contexto adecuado), y arremete hacia delante…
Esconde todo su proceder bajo un “manto de piedad” con el que pretende encubrirse y siempre tendrá a quienes le apoyen y le incentiven, siempre creyendo, según el, ha cumplido con todos los requisitos para llegar a estar bien posicionado en las esferas religiosas contemporáneas. Su currículum así parece demostrarlo: graduaciones, seminarios, historial eclesiástico, “buenas obras”, buen ingreso económico, status ministerial, etc.
Considera que estar 5 minutos de reposo ante “su” Dios ya es suficiente y mas que esto es perdida de tiempo. Ni mencionarle de tomarse un retiro a solas con el Señor de uno o mas días, pues no soporta la soledad mucho tiempo…
Suple con la acción cualquier falencia posible y encuentra en el “hacer” la expresión de su cristianismo, evaluando muy bien las metas alcanzadas.
Conocimiento de Cristo y una ardiente abnegación de ampliar este, no le son compatibles. La cruz le es un vallado aparentemente insuperable y la sortea con agilidad. Detesta en estas cuestiones el “hilar fino” porque le “chocan” y amenazan con robarle popularidad…
Anhela sus seguidores le imiten, emulando al apóstol Pablo, pero se “queda corto” en profundidad…De afuera, hay cierto parecer…
Que le imiten, eso si, pero sin superarlo, entiéndase bien…El es el “techo” del lugar y la promoción de su figura marca hasta donde les esta permitido llegar…
El “yo” religioso no admite, en sus conceptos internos, a un Cristo que pretenda gobernarle hasta lo máximo, hasta en los mas mínimos detalles, y así estar en sujeción constante, minuto a minuto. Lo imagina a esto como a una gran prisión que ahogaría sus planes.
Tal posición y “encadenamiento” no tiene cabida en su imaginación y en los conceptos que el tiene del cristianismo. A su manera, entonces, co-gobierna con un Señor que parece permitirle tal manera de vivir.
Por un lado, toma ciertas cosas de la Palabra de Dios y las lleva a cabo, mientras por el otro, es el quien determina que hacer, trazando sus propios planes en medio de un constante mover religioso…
No tiene mas intimidad con el Amado que lo que esta aparente co-gobernabilidad le confiere. Cristo no imparte sobre el una constante guía bajo los dictados de su Espíritu -Rom. Cap. 8-
Su concepto de cruz es permanecer en cierta medida apartado del mundo y mantener una moralidad aceptable a su entorno, pero siempre manejando el esos dictados interiores que le motivan a la acción. Cree que al dar estos pasos, en una especie de “acomodamiento religioso”, esto le faculta y lo compatibiliza con el carácter Divino. La auto negación de su voluntad y el constante sometimiento a Cristo le son áreas desconocidas. No tiene una “marca”, de un estado de crucifixión conjuntamente con Cristo, -gal. 2:20; 6:17- en ninguna parte de su ser y su “ego” permanece “vivito y coleando”…
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-Parte 4-

Es imposible, entonces, pueda ser un canal de expresión de la vida de Cristo. Si, hay mucho “ruido” causado por el chirriar de los ejes del inmenso carro de la religión establecida, intentando tomar lugar y posicionarse en este mundo como referente de Dios, pero todo el aparato junto no destila una sola gota de “rocío celestial” y se va en diatribas sobre como mejorar la vida del hombre soslayando el “nuevo nacimiento” por virtud sobrenatural y como expresión de una iglesia viva y en plena comunión con el Altísimo, tal cual lo observamos en el libro de los Hechos.
Pero si vemos lugares colmados de -la mayoría-, simpatizantes de un evangelio sin mayores demandas, donde es dable observar como el “ego” es acariciado y manipulado por propias conveniencias. Lugares donde se establecen costumbres, conceptos, que se creen son el evangelio pero nada tienen que ver con el Cristo de la Gloria ni con sus demandas tajantes y sin aditamentos carnales que adulteran la “leche y la comida espiritual”
¿Que comunión, entonces, pude existir entre quienes abrazan la cruz y quienes la han relegado a un segundo plano?
Hay una abismal distancia entre ambas posturas e imposible de remediar por el hombre, por mas buenas intención que se puedan tener. Quien esta colocado sobre la cruz no negociara valores y buscara permanecer en tal posición hasta el fin, que es lo que su Cristo le demanda. ¡Su Padre celestial cuidara de el y ha de llevarle de “triunfo en triunfo en Cristo Jesús”!
Es solo en la cruz donde se termina la vida del “ego”. Allí acaban las poesías, los sueños propios, los objetivos meramente humanos, por mas piadosos que parezcan lucir. Allí no hay negociación que valga. Dios no admite rivales ni pleiteara con “egos” en declarada rebeldía, ya que el no admite en su seno voluntades personales que entorpezcan en su obra.
En la cruz se “muere de verdad”.
 No se admiten los simples “desmayos” transitorios ni hay simulación que pretenda engañar a quien rige los destinos del hombre. Tampoco es la cruz una simple referencia histórica de un hecho del pasado, esta en plena vigencia, y permanecerá hasta que toda cuestión espiritual sea dirimida por el gran Juez:¡Jesucristo!
Soslayar la cruz implica altísimos costos eternos… ¡y el ser dejado de lado y no participar de la misma puede significar no ser hijo¡
No se logra “semejanza” de Jesús sin ella, porque de lo contrario, el ego seguirá siendo ego por la eternidad, por mas aditamentos religiosos que coloque sobre su cabeza.
Los hombres podrán “beatificar” egos, Dios los crucifica, haciéndolos así UNO con Su Hijo Jesucristo. Sin esto, los egos siguen siendo “variados y dispersos” e inhabilitados para entrar en armonía con los planes de Dios.
Por esto Jesús dijo: “El que ama su vida, la perderá; mas el que pierde su vida por causa de mi, la hallara.”
 Es por lo tanto, la cruz, la única formula bíblica para entrar en una vida de resurrección, pasando por una “muerte conciente” donde todo lo “vivo” (fuera de Cristo) es llevado a proceso de aniquilación. No se muere “a medias”. Jesús murió  totalmente …pero también “resucito” totalmente. Y…”aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” -Heb. 5:8-
Los santurrones de turno le miraban “como azotado por Dios…” -Is.53-
A los “yo” religiosos de aquella época no les “redituaba” la postura de Jesús porque no era, ni se hacia, parte del sistema implementado por el hombre, que pretendía arbitrar la relación del mismo con Dios. Les dejaba seguir montados en su imponente “carro” de doctrinas y de ceremonias vacías y El proseguía su camino, “endureciendo su rostro para ir a Jerusalén”…
Les dejo anonadados y estupefactos, y, muchas veces, sin la respuesta que ellos esperaban…
 Jesús no entraba en el manejo psicológico de los jerarcas de turno, tenia una misión que cumplir y hacia ella iba…
En la cruz no hay “planes futuristas”…solo se experimenta el “momento a momento”, ya que allí no nos pertenece ni el próximo instante. Solo Dios lo determina y no me es dado el curiosear el horizonte con optimismos pasajeros. Si tengo un seguro punto de apoyo para mi visión: ¡Jesús!
Y el poder que de El emana con vida resucitada me llena de esperanzas y se que no será en vano todo este sufrimiento. El apóstol Pablo mencionaba que “es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de los cielos”, y no se equivoco ni nos mentía. Lo escribió bajo la preciosa guía del Espíritu Santo.
Sobre la cruz se yergue una Voluntad Soberana que en vez de “transar” nos aplasta, nos aniquila, y denuncia todas las pretensiones del “yo” religioso, aun las mas aparentemente piadosas y refinadas que este susodicho levante a su favor. ¡Esta sentenciado!
“Si alguno tiene oídos para oír, oiga”
Bendiciones
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